La sociedad deviene (en) red. Las TIC y las prácticas asociadas con ellas están cambiando irreversiblemente el panorama social y político. Desde la asociación de vecinos más pequeña hasta la campaña electoral más intensa, desde una organización de barrio o un movimiento social hasta la Unión Europea, las relaciones políticas están cada vez más atravesadas de dispositivos y tecnologías digitales. El futuro de la participación democrática parece pasar por el desarrollo de plataformas digitales y procesos híbridos, que renueven las prácticas tradicionales y la combinen con las digitales (Fuchs, 2007). El potencial político de las TIC es también una oportunidad económica para el sector privado. La esfera de la tecnología cívica (civic tech) y el gobierno abierto (open government) aparecen para las corporaciones TIC como un negocio de miles de millones de euros: el "masivo negocio del gobierno"1.
Hace tiempo que el debate no es si las tecnologías digitales deben penetrar o no la organización política de la sociedad, sino qué tipo de infraestructuras y prácticas digitales deben promoverse y desplegarse para esta tarea. Los problemas (tecno)políticos centrales a los que nos enfrentamos no giran en torno a contraposiciones teóricas entre tecnofilia o tecnofobia, tecnopesimismo o tecnoptimismo, sino en torno a asuntos como el de las políticas de datos (privacidad, anonimato, etc.) y el liderazgo de grandes corporaciones transnacionales en el diseño, producción y mantenimiento de las nuevas infraestructuras de la democracia. Dichos actores tienen fines distantes, cuando no opuestos, a los de garantizar el poder y el gobierno del demos, objetivos como el aumento de la capacidad analítica para el márketing o la creación de bases de usuarios a quienes proveer de servicios de pago, gestión, venta y tratamiento de datos, todo ello sobre la base de plataformas de codigo privativo y no interoperable (jardines amurallados, como los llama Berners-Lee, 2010), cuya gobernanza no es ella misma democrática y que, en última instancia, tienden a generar dependencia tecnológica y asimetrías crecientes en el control de la conducta humana y la organización social.
En el contexto de las nuevas configuraciones del capitalismo informacional (Castells, 1996), el denominado "capitalismo de datos" (Lohr, 2015; Morozov, 2015) o “de la vigilancia” (Zuboff, 2015), las nuevas infraestructuras digitales de la democracia corren el riesgo de ser ellas mismas (y contribuir a dinámicas) contrarias a principios como la privacidad o la soberanía tecnológica. Las plataformas privativas, cerradas, nada transparentes y orientadas a la explotación de la actividad social para el beneficio corporativo, operan como espacios no-democráticos que cada vez ocupan mayores espacios de la vida social. Este modelo resulta particularmente peligroso cuando de lo que hablamos es, precisamente, de las nuevas infraestructuras de la democracia.
La relevancia de esta cuestión no debe subestimarse. Como afirma el jurista y abogado Lawrence Lessig (2006) el código informático es hoy ley: ordena y sanciona el comportamiento social, hace posible o imposible los cursos de acción individual y colectiva, limita y dirige los comportamientos y estructura las relaciones sociales. En definitiva, como señalara Langdon Winner (1983, 1986), emerge así una segunda "constitución técnica" de la sociedad, no necesariamente alineada con la jurídico-estatal.
Estas consideraciones son centrales en la concepción y el desarrollo de decidim.barcelona, la plataforma digital de participación del Ajuntament de Barcelona, cuya plan de desarrollo presentamos en este documento. Frente al modelo privativo y corporativo de infraestructuras, el modelo público-común, que inspira al decidim.barcelona, se orienta al desarrollo de plataformas cuyo diseño, propiedad y gestión son libres, abiertos y participativos, compartidos entre servidoras públicas y ciudadanía (ciudadanía tanto organizada como no organizada). Bajo este modelo, no solo el código de la plataforma, sino también los datos que se generan en ella, son manejados y apropiados siguiendo lógicas de gestión pública y común. La apertura a la participación de todas y de cualquiera, marca definitoria de lo común como principio político (por contraposición a la esfera de lo privado e incluso lo público-estatal---Laval & Dardot, 2015), parece una condición básica para que las infraestructuras de participación puedan serlo en un sentido pleno. La participación ha de ser, en este sentido, recursiva: debe ayudar a definir y establecer las condiciones infraestructurales de su propia existencia, y esto afecta al diseño, desarrollo y gestión de las plataformas digitales de participación, así como de los procesos y resultados (p.ej.: datos) que se generan en ellas.
En manos de grandes corporaciones de servicios digitales, la organización algorítmica de la vida social y, en en el caso que nos ocupa, de la participación política, supone un peligro democrático y de soberanía tecnológica que sólo un esfuerzo público-común en infraestructuras digitales puede revertir. Sólo plataformas basadas en software libre, abiertas, transparentes, seguras y de gestión público-común ofrecen garantías a la hora de construir democracias de mayor calidad.
La democracia del futuro se construye sobre infraestructuras democraticas. El plan de desarrollo para la plataforma Decidim Barcelona, que se detalla a continuación, es una hoja de ruta en esa dirección.
1.2. Consul, decide.madrid.es, decidim y decidim.barcelona: plataformas libres en el nuevo municipalismo
En septiembre de 2015 se presentaba públicamente Decide Madrid2, la plataforma digital de participación impulsada por el Ayuntamiento de Madrid y basada en Consul3, que comenzaba a experimentar con diferentes procesos de participación, tales como los debates públicos y las propuestas ciudadanas. Las propuestas ciudadanas, reguladas en las Directrices para Ejercicio del Derecho de Propuesta4 elaboradas por el Ayuntamiento de Madrid, fueron desarrolladas para que cualquier ciudadana presente y decida las actuaciones a realizar en asuntos de competencia municipal. El proceso de desarrollo de una propuesta consta de diferentes fases: (1) elaboración y publicación de la propuesta, (2) recepción de apoyos y comentarios, (3) en caso de que la propuesta sea apoyada por el 2% de la ciudadanía de Madrid mayor de 16 años, publicación, durante 45 días, en la web, periodo durante el que se ve somete a votación, (4) en caso de que la votación resulte favorable, la propuesta ha de implementarse, siempre que el informe técnico correspondiente no identifique problemas de legalidad, viabilidad o coste económico. Decide Madrid ha sido desarrollada plenamente en software libre bajo licencia GPL Affero v3, y a mediados de 2016 ya superaba las 150.000 usuarias registradas, de las cuales más de 80.000 son eran usuarias verificadas con capacidad de votar propuestas. También se han desarrollado nuevos procesos de participación como el de la elaboración de la Ordenanza de Transparencia, el proceso vinculado a la Remodelación de la Plaza de España, el Pleno Abierto o la puesta en marcha de Presupuestos Participativos para toda la ciudad con una inversión de 60 millones de euros.
En febrero de 2016, basado en Consul y con importantes modificaciones y adaptándose a las nuevas necesidades, se presentaba el proyecto Decidimos Barcelona impulsado por el Ajuntament de Barcelona, con el objetivo inicial de articular el proceso participativo para el elaboración del programa de actuación municipal y poder coordinar y articular futuros procesos de participación en la ciudad. La plataforma digital permitió articular un proceso de recogida de propuestas de ciudadanas y organizaciones sociales (junto a las propuestas iniciales del Ajuntament), el debate entorno a éstas, la recogida de apoyos, y el mapeo, seguimiento y documentación de los espacios de discusión o citas presenciales. En poco más de dos meses se registraron casi 25.000 personas, se presentaron 10.859 propuestas, se realizaron 410 citas y se recogieron más de 160.000 apoyos. De esta manera se abría un espacio de colaboración y deliberación entre la ciudadanía, las organizaciones sociales y el Ajuntament de Barcelona.
Con el PAM se abría en Barcelona un espacio de participación que posteriormente se plantea como un portal de participación que vaya más allá del Plan de Actuación Municipal, que abra las puertas del Ajuntament a la ciudadanía a través de múltiples mecanismos de participación, que promueva la democracia directa y que fomente la autonomía y la autoorganización social.
Por otra parte, en muchos municipios ha surgido un enorme interés en llevar adelante procesos similares aprovechando la tecnología puesta en marcha, tanto por su éxito, como por su carácter libre y reutilizable. En concreto, el Ayuntamiento de A Coruña con la plataforma A Porta Aberta5, utilizándola para el proceso de Presupuestos Participativos, el Ayuntamiento de Oviedo a través de Consulta Oviedo6, con el espacio de propuestas ciudadanas o el Ayuntamiento de Valencia a través de decidimVLC, para la elaboración de los presupuestos participativos. También han sido numerosos los casos de ayuntamientos u otras instituciones que se han puesto en contacto con el proyecto de Decidim Barcelona para su uso como son el Ayuntamiento del Hospitalet, Badalona, Terrassa, Gavà, así como la Diputación de Barcelona o el Consorcio Localret.
A su vez esta serie de modificaciones y adaptaciones ha dado lugar a una nueva necesidad tecnológica que ha sido la adecuación de la tecnología atendiendo a la diversidad de municipios, la autonomía y sostenibilidad de la tecnología a medio plazo, a través de establecer una estrategia de desarrollo escalable y modular que permita al conjunto del proyecto devenir flexible y crecer a lo largo del tiempo, y generar una comunidad de desarrollo, diseño funcional y acompañamiento que lo sostenga.
En este sentido se plantea una reformulación necesaria a partir de la actual código del Decidim Barcelona que permita su modularización para garantizar una estabilidad y sostenibilidad a medio plazo, que garantice un entorno de programación y gobernanza del proyecto que facilite la creación de una comunidad en la que puedan participar otros desarrolladores, grupos, entidades, organizaciones, proyectos o instituciones, y a su vez permita compartir código de las funcionalidades y mejoras que se hayan desarrollado hasta el momento y se vayan a desarrollar en el futuro para cada proceso. Igualmente importante en orientar el futuro desarrollo de Decidim Barcelona a arquitecturas distribuídas, federables y cuyos servicios puedan componerse e integrarse en un campo más amplio de servicios digitales diversos que sustraigan a la sociedad en su conjunto de los modelos centralizados, privativos y mercantiles que dominan el espacio digital.
El desarrollo de la plataforma está sujeto a tres tensiones:
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Satisfacer las necesidades y calendarios de los procesos de participación del Ajuntament, que a menudo requieren pensar, diseñar y programar la aplicación al ritmo de los propios procesos de participación, en un modelo de "programación extrema" (XP, Extreme Programming7).
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Abrir el proceso mismo de desarrollo a otras ciudadanas, a otros agentes sociales y a otros ayuntamientos y organizaciones a fin de colaborar en un modelo que podríamos definir como "programación participativa".
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Acomodar el sistema de desarrollo a las posibilidades y procedimientos de contratación pública, de manera que facilite su extensión.
Encontrar el equilibrio entre estos polos se ha mostrado extraordinariamente difícil. Este Plan de Desarrollo nace a partir de la experiencia en el desarrollo inicial de Decidim Barcelona y la detección e identificación de necesidades para la planificación y escalabilidad de la plataforma. En este sentido se plantea la necesidad de poder articular una arquitectura tanto del código como del desarrollo y gobernanza del proyecto que permita un desarrollo modular basado en componentes, que facilite su escalabilidad y reutilización evitando generar múltiples forks que a la larga sean irreconciliables entre sí, y permita la creación de comunidades de desarrollo en torno al código. Estos motivos implican que la plataforma debe ser plenamente desarrollada en software libre y su desarrollo se debe realizar en abierto, como se ha hecho hasta ahora en Github. En definitiva se plantea un Plan de Desarrollo que siente las bases para un crecimiento modular, escalable, sostenible y reutilizable que genere un ecosistema de cooperación común entre ciudadanía, instituciones públicas, desarrolladores profesionales y personas y organizaciones de la sociedad civil.